No ha sido fácil porque ha sido algo inesperado. Roger Nelson, más conocido internacionalmente como Prince ha cerrado la inspiración para siempre. La muerte del Príncipe de Minneapolis nos sorprendió por inesperado pero también por lo repentino. A falta de conocer los motivos de la muerte las especulaciones ya han comenzado a rellenar papel digital. 

No sólo ha muerto el creador de ‘Purple Rain’, sino un artista que ha sido siempre fiel a su estilo y forma de entender el “ser estrella”. Motivó varios escándalos con las compañías multinacionales de la música, se enfrentó a ellas, les engañó y consiguió su ansiada libertad de acción artística, algo por lo que siempre luchó.

Se ha muerto un artista integral, un compositor prolífico. Quienes le conocían dicen que su capacidad de creación musical no tenía límites y su estudio de grabación en Paisley Park siempre estaba abierto y encendido. La inspiración podía llegar en cualquier momento. Prince generó muchas opiniones contradictorias pero siempre se le considerará como uno de los artistas más influyentes de los años 80 y 90. Posteriormente entraría en una debacle propiciada con toda probabilidad por la inseguridad que le producía su entorno más comercial y empresarial. Nacieron discos editados sin promoción alguna, amparados únicamente en que sus seguidores le serían fieles, y así fue.

En los 80 editó quizás lo mejor de su discografía. Un apuesta musical con difícil clasificación en los géneros habituales. Un funk muy avanzado y de difícil ejecución que sorprendió a propios y extraños con riffs de guitarra que presagiaban que tras el mástil se encontraba un hábil instrumentista. Nelson se postuló como soñador y adelantado a su tiempo ejecutando aquel magnífico Sign o’ the Times. Prince marcó el signo de los tiempo en aquellos revolucionados años. Es sin duda el álbum más reconocido del artista que se colaba entre los diez mejores discos de aquella década y para muchos la incertidumbre vagaba entre si lo serían los Clash con su ‘London Calling’ o Prince.

Son muchas las canciones, ritmos y sonidos que van a quedar en el arhivo neuronal de la sociedad con la firma de Prince. Sería complicado especificar una canción, o definir el mejor disco de toda su discografía, pero en mi retina quedará el concierto en la Plaza de Toros de Marbella donde asistí a uno de los más impactantes -musicalmente hablando- conciertos que uno recuerda. Con agrado recuerdo la experiencia del viaje a Londres a modo de aventura para poder conseguir el The Black Album en la edición pirata que el propio Prince editaría y que ahora es un vinilo de culto al que en los últimos días he dado más de un vuelta. Sólo queda pensar en que la obra de Prince nunca editada nos sea entregada en fascículos anuales con remasterizaciones y nuevas canciones que en su día fueron desechadas por el artista pero la necesidad de dólares por parte de sus herederos musicales seguramente nos harán llegar. Estaremos atentos porque descubriremos seguramente alguna pequeña nueva obra de arte. DEP