Por Helena Malvido

El Ebrovisión es un festival que siempre encandila a los asistentes. Incluso cuando existen quejas conforme al servicio de autobuses y parece ser que la afluencia este año se ha visto reducida. Pero no hay mal que por bien no venga y en el camping había mucho espacio para todos.

A diferencia de otros años, el jueves fue ascendido de día de fiesta de bienvenida a la mejor manera de empezar un festival de este calibre. Aunque el sonido de Biznaga casi explota algún tímpano, se fueron calentando motores para el huevo de oro del Ebrovisión, Ty Segall.

El californiano y su banda, ataviados con atuendos rojos y dispuestos en semicírculo, viéndose las caras todo el rato, emocionaron con su recital de improvisaciones locas. Siendo estas el centro de la actuación, pasaron rápido los hits imprescindibles centrándose en los temas del último disco de Segall. Una ceremonia feroz y una gran oportunidad indiscutible de vivirlo de cerca. Tras el cabeza, Rufus T. Firefly fueron una grata sorpresa para los que no conocíamos su directo, siendo la guinda del pastel de un primer día movidito.

La tarde del viernes comenzó más tranquila con Luis Brea y el Miedo, destacando temas de su último LP como ‘El Kraken’ y otros más conocidos como ‘Dicen Por Ahí’ y ‘Mil Razones’. León Benavente, convincentes en el escenario hicieron moverse hasta al más tímido a ritmo de su contagiosa vitalidad salvaje a la que nos tienen acostumbrados.

Otra banda de las más esperadas, Nada Surf, hizo revivir la adolescencia de muchos asistentes con un setlist de temas míticos y versiones, entre ellas una de Death Cab for Cutie poco esperada. Sidonie exhibieron sus mejores canciones al ritmo que marcan siempre, reproduciendo paso a paso el concierto que hacen siempre. Incluso no faltó el confeti. Lo poco gusta, lo mucho cansa, sobre todo si recorres el panorama nacional de festivales. The Whip hicieron desaparecer esa sensación de dejá vu con sus ritmos electrónicos, aunque les costó conectar con el público. Quizás no sea la mejor opción para un festival acostumbrado al indie español.

Cala Vento hizo madrugar a medio camping, para dirigirse en procesión a la Fábrica de Tornillos. Toda una tradición ya para el sábado por la mañana. Los catalanes llenaron la sala de emociones, ternura y contundencia. Preparando el terreno para el grupo sorpresa, La Habitación Roja. La jornada continuó en el casco antiguo, donde The Wheels presumieron de tener una producción muy similar a Tame Impala o Ariel Pink. Gustan, pero dejan una sensación de que no han creado nada nuevo.

Durante la tarde, SEÑORES abrieron el recinto, seguidos por Corizonas y División Minuscula. Love of Lesbian, hicieron algo parecido a Sidonie. Un concierto para fans muy estudiado. Por último, Joe Crepúsculo demostró que es la mejor forma de cerrar un festival. Aunque se echara en falta a Tomasito, los teclados de Joel Iriarte y Aaron Rux sacaron fuego y quemaron los todos los cartuchos. No hay nada mejor que dejarse enamorar por el Ebrovisión a ritmo de ‘Mi Fábrica de Baile’ y el escenario lleno de gente sudando.