Hay programas de radio que se aferran a los diferentes personajes que en él intervienen para intentar perpetuarse en las ondas. Algunos personajes mueren, desaparecen embebidos en su propio jugo, quizás porque cansan a la gente y como siempre se argumenta, es mejor una salida triunfal que una huida hacia adelante. A vivir que son dos días es un programa de radio de la Cadena Ser que ha pasado por tener esos personajes singulares -Manolito Gafotas de Elvira Lindo- para luego recoger a periodistas catódicos que poco aportan al medio salvo cubrir el expediente de un programa mañanero el fin de semana.
Pero llegó Del Pino, de corresponsal americano a director de programa. Supo cambiar el concepto de un programa y los contenidos que él creía podían interesar a los oyentes, pero sobre todo entendió que la radio es música. Porque no hay programa radiofónico que no tenga como soporte vital a la música. Generalmente los responsables de los programas no indagan, buscan canciones como simbiosis con el contenido y es utilizada únicamente como el pegamento que todo lo une. Del Pino ha conseguido rizar el rizo y cada toque musical se denota meditado, valorado y ajustado. Y eso, a los que nos gusta la radio, a los que disfrutamos con la música, nos parece sublime. Que alguien apueste por la búsqueda y la selección es sublime porque, entre otras cosas, se echa de menos.
A vivir que son dos días ya ha recibido premios por su calidad, pero no sólo destaca por los más que interesantes contenidos -que como buen magazine toca todos los palos-, sobre todo se distingue por la minuciosidad de los cortes musicales que se inyectan con una suavidad digna de un cirujano. El siguiente paso ha sido publicar un disco recopilatorio de esos temas que suenan en el programa y lo más curioso es que funciona.
Las músicas recorren territorios de ese minimalismo pop acercándose a producciones de poca inversión pero que destilan un sabor de autenticidad propio de quienes empiezan en la música. También se deja entrever el reposo que en Del Pino ha dejado su paso por Estados Unidos, incluyendo temas de ese nuevo country, The Mavericks o el más pragmático de ‘Own Side’ de Caitlin Rose. Haciendo de la hetedoxia su principal regla, nos incluyen músicas de prestigio, ‘Shelter From The Storm’ de Dylan, ‘Rite of Man’ de Mike Oldfield o ese ambientalismo musical ‘Everybody Eats When They Come To My House’ de Cab Calloway además de todo un clásico ‘Let’s Call The Whole Thing Off ‘ de Ella Fitzgerald y Louis Armstrong, entre otras muchas vitaminas musicales que cada vez se hacen más necesarias. Recomendable para oídos desperezados.