Tenemos la suerte de estar viviendo en una época de cambios. Una época en la que la visibilidad tiene cada vez más protagonismo, y aprendemos a analizar nuestros gustos, nuestros hábitos y nuestras prácticas. Ya nada es tan simple como “ver una película”, “escuchar una canción” o “comprar una camiseta”. Las estructuras de poder y opresión que hay detrás de actos rutinarios son cada vez más visibles.

Lo cómodo sería pensar que si no hay apenas artistas LGTB en los carteles de los festivales de cada verano, es por un motivo simple: no hay tantos, y por esa razón la distribución de carteles, entregas de premio, o listas de éxitos se ven afectadas. Esa es la opción fácil. Lo difícil es abrir las puertas a la estructura social que se esconde detrás y pensar dónde recae el problema: ¿faltan artistas o se les está invisibilizando?

El siguiente argumento que se suele dar va sobre la línea de “a mí no me importa la sexualidad de un artista, yo escucho la música que me guste”. Es algo lógico pero en realidad nos encontramos en un punto crítico en el que, ahora que contamos con una legalidad que suele respaldar al colectivo, dar visibilidad a artistas LGTB es crucial. ¿Por qué?

En primer lugar para ser conscientes de la realidad en la que vivimos y dejar atrás el tiempo en el que la heterosexualidad de las personas era asumida de inmediato. Sólo aquellos que se desviaban de lo establecido en cuanto a roles de género y sus comportamientos asignados eran “tachados” como estereotipos andantes. Dejar atrás esta heteronormatividad es un proceso largo, por lo que dar visibilidad al espectro que es realmente la comunidad LGTB y las cuestiones de sexualidad y género es más necesario que nunca para dejar atrás estereotipos y muros que llevan mucho tiempo establecidos.

El segundo motivo es simple. La visibilidad es clave para llegar a esas personas que más lo necesitan: niños confusos sobre su sexualidad, personas que llevan ocultando años su identidad,… ver a alguien con quién te identificas viviendo una vida creativa y libre, abanderando quiénes son, tiene un poder crucial del cual a veces no somos conscientes. Algo tan simple como encontrar pronombres no-heteronormativos en una canción podría significar un antes y un después en el proceso de aceptación de la identidad de alguien.

En un artículo dentro de esta sección, invitaba a analizar nuestras fuentes de escucha de música y a preguntarnos cuántas mujeres había y si realmente estábamos haciendo un esfuerzo consciente apoyando a artistas femeninas, las cuales todavía se encuentran en minoría en casi todos los géneros musicales y ámbitos de la industria. Cuando tratamos el tema de la representación de la comunidad LGTB, los números disminuyen aún más, y seguramente un vistazo a nuestras playlists lo corrobore.

Entonces, ¿qué podemos hacer para dar visibilidad y apoyo a artistas LGTB?

  • Olvidar los argumentos que defienden que ir activamente a buscar artistas que cumplan ciertas características es inútil, ya que cada uno es libre de escuchar lo que le guste. Pero realmente, ¿cómo llegamos a encontrar lo que nos gusta? ¿Han llegado nuestros artistas favoritos a nuestras manos por suerte y casualidad, o realmente nuestros gustos son, en parte, impuestos? Hemos generado nuestra “red” de artistas de manera natural y espontánea, o todo es resultado de una sucesión de “artistas similares a X” controlada por lo heteronormativo y comercial? En una sociedad igualitaria utópica no sería necesario ir activamente a buscar artistas LGTB, ya que éstos no encontrarían ningún obstáculo adicional en su carrera. Sin embargo, la realidad es que estos artistas, en la gran mayoría de casos, se ven o bien obligados a ocultar su sexualidad durante un tiempo o toda su vida, o bien se ven renegados a un segundo plano
  • Recordar lo importante que es dar voz a gente de colectivos oprimidos. Cada vez más, una posición de influencia y alcance lleva implícita la necesidad de actuar y dar visibilidad a distintos problemas y luchas sociales. Un artista ya no es sólo alguien que produce música y viaja presentándola. La figura de artista y la de activista están convergiendo cada vez más. Por eso, claro que se agradece que aquellos artistas en lo más alto recuerden la causa y se proclamen aliados, pero, ¿dónde queda eso si luego, a la hora de la verdad, poca gente del colectivo tiene verdaderamente una plataforma para hacer llegar su mensaje?
  • Entender que no nos va a gustar todo. Así como es una utopía una sociedad en la que no haya opresiones estructurales a gente diferente, también es una utopía que todos los artistas del colectivo a los que le demos una oportunidad nos encanten y pasen a formar parte de nuestra red de artistas. Obviamente, nunca llueve a gusto de todos, y es lógico que un artista pueda no gustarnos, sea LGTB o no. La cuestión recae, en mi opinión, en ser proactivos: darle oportunidades a artistas independientes LGTB, escuchar su producto y después tomar una decisión al respecto. El apoyo al colectivo ya está ahí sólo con el mero hecho de escuchar y prestar algo de atención al contexto en el que nos movemos.  

A pesar de esto, muchos problemas derivados de ser músico y LGTB persistirán: en muchos casos seguirá siendo mejor apuesta ocultar ese aspecto de la vida privada, y siempre supondrá un riesgo ser vocal y enfrentarse a la homofobia públicamente. Sin embargo, ser conscientes a la hora de integrar a más artistas arcoíris en nuestros gustos musicales me parece un buen grano de arena que aportar, tanto como miembro del colectivo como desde la posición de aliado. Por ello, he querido crear una playlist con sello Oceaund, llena de artistas LGTB de diferentes géneros, backgrounds y orientaciones. Por supuesto, un artista es más que su sexualidad, pero hay algo muy poderoso en no ocultar quién eres.