Por Quim Coll

Noel Gallagher no es un tipo fácil. Ni él, ni su hermano Liam, cofundadores de una de las bandas más grandes de todos los tiempos, Oasis. Son gente de no relacionarse mucho más allá de su zona de confort. Los Gallagher son ariscos, maleducados, violentos e idolatrados por medio mundo. ¿Cómo lo han conseguido? ¿Cómo pasas de ser el típico hooligan del Manchester City a ser la representación de Dios en la Tierra para algunos feligreses? Pues moviéndote en tu zona de confort, y la zona de confort del mayor de los Gallagher es encima de los escenarios.

Presentando el segundo álbum de su proyecto post-Oasis, Chasing Yesterday, Noel con sus High Flying Birds decidió empezar su gira europea pasando por Madrid y Barcelona. Tras arrasar este verano en su paso por el Festival Internacional de Benicàssim, y cuatro años después de tocar en Razzmatazz, el de Manchester volvía a Barcelona, esta vez al Sant Jordi Club. Lo hacía teloneado por los neoyorkinos Augustines, pura actitud, aunque no consiguieron animar del todo al público con su estilo muy parecido a Kings Of Leon. El publico iba a lo que iba y los nervios para ver a uno de sus ídolos eran palpables.

A las nueve en punto tomaron el escenario Noel y los High Flying Birds, acompañados por la canción ‘Shoot A Hole Into The Sun’ antes de zambullirse de lleno en un setlist idéntico al de Madrid. Empezó la noche con uno de sus mejores cortos en solitario, ‘Everybody’s On The Run’, antes de presentar tres temas de su último disco, ‘Lock All The Doors’, ‘In The Heat Of The Moment’ y ‘Riverman’. Fue entonces cuando se acordó de su antigua banda por primera vez (lo haría diez veces a lo largo de la noche) tocando ‘Talk Tonight’, rompiéndonos el corazón a todos los fans de Oasis.

Y es que Noel aún tiene muy presente su pasado en la cima del mundo. Sabe que los fans vivimos por ello (las camisetas de Oasis eran abundantes en el concierto) y nos quiere recompensar concierto a concierto. Así pues, después de ‘The Death of You and Me’ y ‘You Know We Can’t Go Back’, el mancuniano nos regaló uno de los momentos más emocionantes de la noche con una versión acústica de ‘Champagne Supernova’. Llantos, sonrisas, abrazos y cánticos. Noel Gallagher se había ganado a Barcelona otra vez.

El resto del concierto, aparte de ‘The Ballad of Mighty I’, ‘The Mexican’ y la magnífica ‘If I Had a Gun…’, su mejor canción en solitario (que dedicó a Sara MacDonald, su mujer), fueron todo canciones de Oasis, lo que hizo las delicias del respetable. ‘Sad Song’ (una sorpresa agridulce por eso de estar encantado de que la tocase pero demasiado ocupado llorando), seguida de ‘D’yer Wanna Be a Spaceman’, que dedicó a sus tres hijos presentes en el Sant Jordi Club, y ‘Listen Up’, fueron tres canciones estrenadas este mismo 2016 (no las tocó en el FIB), y con las ya míticas ‘Half The World Away’, ‘Digsy’s Dinner’ y ‘The Masterplan’ Noel sacó el madferit que todos los asistentes llevábamos dentro. Cuando todo el Sant Jordi Club gritó «we are all part of the masterplan», me di cuenta que el mismo Noel nos lo había avisado cuando presentó la canción en 1995. Todos formamos parte de su plan maestro, del plan que le permitió subirse a la cima del mundo. No es cosa suya, ni de su hermano Liam, ni del resto de componentes de sus respectivos grupos. Oasis es como Hacienda. Oasis somos todos. Oasis es más que un grupo de música, es un sentimiento colectivo, un grito de guerra al ritmo de guitarras, al ritmo del compás de los hermanos Gallagher. Siempre había tenido esa sensación, pero hasta que no la vives en tus propias carnes, no puedes difundir la palabra. Ya me había pasado en Benicàssim, y volvió a pasarme en Barcelona para acabar de confirmarlo.

Entonces llegó el bis con una de las sorpresas de la noche: ‘Wonderwall’. Noel decidió tocar una de las canciones más conocidas de Oasis, votada recientemente como la mejor canción británica de la historia, y después de «AKA… What A Life!». Se despidió no sin antes bromear sobre el posible traspaso de Leo Messi al Manchester City, el club de sus amores, y no sin antes brindarnos el himno entre himnos, una de las mejores canciones de los años 90 y una de las más representativas del britpop, la mítica, única e inimitable ‘Don’t Look Back In Anger’. Las primeras notas ya hicieron temblar la sala, los amigos se empezaban a coger de los hombros y a subirse a las espaldas unos a otros, las parejas se besaban, caía alguna que otra lágrima y todo el mundo, TODO EL MUNDO sonreía. No había una alma en el Sant Jordi Club que no se supiese la letra y que no la estuviese cantando a gritos. Fue una comunión entre público y artista a la que estamos seguros que Noel está acostumbradísimo, pero de la que debe ser imposible cansarse. Una experiencia que, si eres fan de Oasis, tienes que vivir alguna vez en la vida.

Salimos de la sala extasiados, convencidos de que aquello que acabábamos de presenciar no era terrenal. Para los seguidores del mayor de los Gallagher, Noel es Dios enviado a la Tierra para conquistarnos a golpe de guitarrazo. Todos formamos parte de su plan maestro. Ahora sólo queda esperar que él y su hermano decidan volver a unirse y brindarnos la oportunidad de volver a ver Oasis sobre los escenarios. Creednos, nada nos gustaría más.