Por Tatiana Moro

La tercera y última jornada pone el punto final a un festival que ha conseguido destacar entre tanta oferta con un cartel diferente y con riesgo aunando artistas más que asentados y otros con una gran proyección. Sobre el papel el sábado acumulaba las actuaciones más esperadas con dos leyendas del brit pop como Damon Albarn y Noel Gallagher aunque es cierto que hubo bandas que lograron dejar un buen sabor de boca entre los asistentes. En total se han dado cita 120.000 personas logrando una vez más el sold out.

Cuando hace unos meses hablamos por primera vez de los británicos YONAKA, no avecinábamos que su directo sería la contundencia personificada. La carpa triangular del escenario Gora! estaba llena que no insoportablemente repleta como sí paso después con Young Fathers. La voz de Theresa Jarvis, líder del cuarteto, se perdía en fragmentos de la actuación debido al ritmo atronador de las guitarras distorsionadas. La ferocidad del grupo iba acorde con el atuendo de la cantante: estampados de serpiente y leopardo. Precisamente las prendas de ropa iban a menos con el continuar de las canciones tanto para el guitarrista como para la camisa de Jarvis. E igual que ellos se rendían al público, este lo hacía a sus canciones en una retroalimentación sin fin. A destacar temas como ‘Wouldn’t Wanna Be Ya’ y el terminar con ‘F.W.T.B.’, el absoluto desate.

Nilüfer Yanya se sitúo en el escenario Firestone al atardecer entre las montañas, acompañada de una saxofonista para reunir no sólo a transeúntes sino a quienes prefirieron sacrificar ver a Benjamin Clementine por la delicada y eléctrica interpretación de la joven de su EP Do You Like Pain?. El camino de árboles llevaba a Benjamin Clementine sentado frente a un piano de cola, de lateral al público. Delante de él, media docena de maniquís de cuerpos de mujer, con uno a la cabeza más oscuro simulando un embarazo. El británico intentó en numerosas ocasiones animar al público, hacerle cantar con él o convertirlo en su corista sin resultado positivo, a las ocho de la tarde parte del público se sumaba al concierto tras llegar al recinto, casi sin aire tras la caminata para rendirse a los brazos de Clementine. Repasó su álbum debut, At Least For Now, el que le llevó a ganar el Mercury Prize en 2015 y su reciente trabajo, I Tell A Fly, con especial hincapié en ‘Jupiter’, donde se metió en el barrizal político patrio pidiendo la participación de los asistentes primero al cambiar la letra de la canción diciendo «wishing Cataluña happy, wishing Cataluña free». Dejó así desconcertados a más de uno para más tarde afrontar la letra de otra manera: «wishing España happy, wishing España free». Más allá de la anécdota, Clementine bordó un concierto de entrega absoluta e interpretación precisa.

El éxtasis transmitido por Young Fathers la última jornada del Bilbao BBK Live no es comparable con otro grupo que haya pasado esta edición por Kobetamendi. A escena se exhibieron desafiantes y provocadores, sin mediar palabra. Los tres vocalistas y el batería, con estética coordinada, propusieron más de una hora de bailes eclécticos y magníficamente extrañas creaciones de rap con ritmos de timbales con rincones pop y lo-fi. Sonaron al dedillo, un hecho casi imposible viendo la actividad física a la que se sometieron algunos de sus integrantes con movimientos imposibles.

Las madrileñas Las Odio se situaron en el escenario Firestone cuando la noche caía en un horario difícil, compitiendo con Noel Gallagher en el escenario principal. Curiosamente, congregaron a más público del que hubiésemos imaginado, los fieles amantes de la música nacional. Sus letras feministas, ácidas y reivindicativas de Futuras Esposas son razón más que de sobra para ello y como premio Las Odio adelantaron material inédito incluido en próximos trabajos.

Noel Gallagher es y será una de las eminencias del brit pop. Su paso por el Bilbao BBK Live tuvo luces y claros desde la primera canción. La actuación puede dividirse en dos partes, la primera completamente centrada en su etapa con High Flying Birds y otra dedicada a interpretar temas de Oasis. Por si alguien dudaba, la segunda parte fue mucho mejor recibida por el público en general. La actitud del británico es más cercana de lo que pueda parecer fuera de los escenarios, sin embargo el nivel de su actuación no se corresponde al peso de su nombre echando de menos por momentos la voz de su hermano. Aún así ‘Wonderwall’ o ‘Don’t look Back in Anger’ se convirtieron en los himnos de esta edición del festival bilbaíno ya que consiguieron que casi 40 mil personas cantasen al unísono algunas de las canciones más exitosas de Reino Unido.

Tras un show descafeinado de Jungle, por fin llegó el momento más esperado por asistentes, Gorillaz saltaban al escenario para dar uno de los conciertos más impresionantes de las últimas ediciones del Bilbao BBK Live. La multitudinaria banda de Damon Albarn acumuló hasta doce o trece músicos, todos ellos delante de una enorme pantalla donde la animación de Jamie Hewlett se proyectó durante todo el show. Cada canción es una parte de la historia del universo Gorillaz y en directo tienen un sentido narrativo que quizás viendo los videoclips de forma salteada no se puede entender.

La actuación comenzó con ‘M1 A1’ y su larga introducción llamando a la gente al grito de «Hello». En total fueron 24 temas en los que fueron repasando temas de su discografía, como es lógico, no todo el mundo quedó contento con el setlist elegido pero es imposible con la cantidad de hits que atesora la banda. Hicieron especial hincapié en el nuevo The Now Now cuyo punto álgido fue la interpretación de ‘Humility’ mientras se reproducía el videoclip con Jack Black como protagonista. Las colaboraciones son habituales en los discos y también en directo, Paven Everett y Jaime Principle no faltaron a los temas ‘Stylo’ o ‘Hollywood’. Aunque la aparición más especial fue la de Benjamin Clementine y la canción ‘Hallelujah Money’ donde arrancó los aplausos del público. Algunas voces de artistas como Snoop Dog estaban pre grabadas y era las mismas del disco, daba la sensación de estar viendo un videoclip en directo.

Los temas tanto de su último LP como de Humanz fueron menos celebrados que los de su debut o el Demon Days. ¿Eso significa que esas canciones han envejecido bien o que las nuevas composiciones no calan tanto entre el público? Sea cual sea la respuesta hay que decir que el sonido fue milimétrico. Tanto la voz de Albarn y de las coristas como el resto de instrumentos tuvieron el volumen perfecto para no pisarse unos a otros. Un cabeza de cartel de cualquier festival debe sonar como sonó Gorillaz en el Bilbao BBK Live.