Necesitaban dar un pequeño giro a su sonido, madurar y consolidarse, y así lo han hecho. Daughter muestran cortes que ensucian el minimalismo característico del trío y consiguen que las guitarras, más presentes y enérgicas, se hagan paso entre la voz de Elena Tonra. El continuo relato de una experiencia cruel que más que atrapar se desinhibe para alcanzar una atmósfera más lumínica y hace inevitable la comparación con el lado más oscuro de Florence and the Machine. El equilibrio de las composiciones, la etérea voz y las angustiosas letras que describen un ambiente frágil hacen de este segundo álbum un trabajo continuista aunque perfeccionado. A escuchar ‘How’ y ‘No Care’.