Por Fon Smith

El pasado jueves día 10 fuimos testigos en Oceaund de una de esas noches difícilmente tangibles en España. Vaya por delante que la oferta musical y cultural en nuestro país cada vez es mayor y más variada, pero nada comparable a la escena de grandes ciudades como en nuestro caso, Londres.

HÆLOS no son dos vikingas cantando ópera valkiria. El trío británico nace del fracaso de sus anteriores proyectos respectivos para ahora crear algo enorme y que perdure. Y espero que lo haga. Les gusta caracterizar su sonido como de dark euphoria, y no podría ser más acertado a decir verdad. Tratad de imaginadlo por un momento. Acercándose al downtempo, al trip hop y con una base totalmente electrónica y oscura, el grupo ha sabido llevar a niveles más lejanos vertientes que ya veníamos conociendo de antes, véase a The xx (de los cuales venimos hablando estas semanas por su vuelta), Massive Attack, o los americanos POLIÇA. Está claro que no son los primeros en el género, de hecho hasta se podría decir que su primer y único disco de momento (Full Circles, 2016) llega algo tarde; sin embargo, es tal mi admiración por la propuesta individualizada y única de esta banda, que me parecen dignos de seguimiento. Juventud y talento a raudales en una banda que ya ha firmado con Matador Records, sello con el que trabajan bandas de la talla de Mogwai, Sonic Youth o Interpol.

El concierto tuvo lugar en la mítica sala Heaven, de noche conocida por ser uno de los núcleos más importantes del circuito europeo homosexual, de tarde por albergar propuestas musicales abrumadoras de nivel, y curiosamente muchas veces desconocidas por el público español; cosas que no vas a escuchar todos los días, desde luego.
Como he dicho, el lugar fundamental para lo vivido, ya no solo por estar la sala construida bajo la propia estación de tren de Charing Cross (y con un techo cóncavo en ladrillo que os aseguro pocas veces me ha regalado una acústica tan buena en un concierto), sino también por el público británico que se dio cita para el evento, un lugar abarrotado de gente sana alzando los brazos y fundiéndose con las voces perdidas en el espacio y las melodías ondulantes que los británicos iban esbozando. Silencio, emoción en los momentos álgidos, y agradecimiento.

Mentiría si dijera que el directo no tuvo ratos llanos. La banda tiene un sonido muy característico y a veces repetido con esas bases electrónicas de baterías pausadas, pero tal es el universo paralelo que consiguen crear que te evades totalmente de la gente que tienes a tu alrededor. El concierto pasa volando en un formato totalmente especial compuesto por dos baterías en directo (un aspecto que encanta a la banda y el cual saben aprovechar maravillosamente), además de todo el tinglado de sintetizadores y secuenciadores comandados por Dom, alguna guitarra y las voces de Arthur y Lotti en primera plana.

Comenzó la velada con el track que da título a su álbum e imagen a su esencia: ‘Full Circle’, un tema potente con un estribillo arrollador y absorbente que caracteriza perfectamente el alma de la banda. ‘Separate Lives’ y ‘Cloud Nine’ sentarían la base del concierto a mitad espectáculo habiéndose ganado ya el amor y gratitud del espectador. Fue con sus últimos tres temas (‘Pray’, su single bomba con el que se dieron a conocer ‘Dust’, y para terminar la archiconocida ‘Earth Not Above’) con los que dejaron excitada a media sala. Habían creado algo maravilloso y que siempre recordaré en apenas una hora y pico. Cerraron el concierto con el bis ‘Oracle’, quizá la canción más acelerada de bpm y con estructura más techno, dejándonos con ganas de más, de mucho más. Qué fuerza, qué emoción, mamma mia.

Ojo con esta agrupación tan bella, porque tienen maneras, personalidad y experiencia. Si tuviera que, apostaría por ellos, sin duda. Sino que le pregunten al Coachella.

Nunca algo tan oscuro había creado tanto color entre sus asistentes. Y así es como Londres, 4 días antes de la súper-luna más grande en 70 años, quedó totalmente eclipsada ante HÆLOS.