Alrededor de las ocho de la tarde, una bandera enorme en la que se leía INFRA presentaba a Berri Txarrak. Los seguidores de la banda llenaban las primeras filas y los curiosos se agolpaban en la sombra para presenciar la actuación del trío de Lecumberri. Interpretaron su último álbum Infrasoinuak parando brevemente para saludar a los asistentes. Aprovecharon bien la oportunidad para hacer ver que se confunden a los muchos que piensan que por ser un grupo local no puedes codearte con grandes nombres internacionales, en este caso además, realizando una de las actuaciones más potentes de la edición. Se echaron de menos algunos temas más antiguos pero gracias a su despliegue rockero tampoco importó mucho.

Llegó el turno de Mott the Hoople, una de las bandas más esperadas de la jornada y estuvo a la altura de las expectativas. Ian Hunter y los suyos empezaron cantando la mítica American Pie, para desarrollar el concierto con un repaso a su mejor repertorio demostrando por qué han conseguido marcar su nombre en la historia del género. Con ‘All the Young dudes’ se despidieron, el público quedó satisfecho, una vez más, una leyenda dejaba huella en Mendizabala. Puede que parezca que tanto Hunter como Morgan Fisher estén más cerca del retiro que de dar conciertos, sin embargo es subirse el escenario y se demuestra que el rock no es cosa de edad sino actitud.

El escenario Respect hizo que los asistentes tuvieses una pequeña confusión, ¿Village People o Turbonegro? Su clásica puesta en escena disfrazados y con las caras pintadas no faltó en el Azkena Rock Festival. Gracias a los acordes de ‘Bohemian Rapsody’, despertaron al público que la corearon y se animaron a seguir a los noruegos hasta el final del concierto. Una segunda parte potente, llena de clásicos musicales mezclados con show y baile que hizo olvidar tal histriónico comienzo y consiguió crear muchos Turbojugend más. Tras los escandinavos, The Dream Syndicate tomaron el escenario Love para dar un bolo muy correcto para presentar su disco How Did I Find Myself Here? en el festival alavés.

Llegó la hora del nombre alto de la jornada, esta vez a una hora más lógica. Puntual, con su característico look punky y la guitarra caída, Joan Jett y sus The Blackhearts llenaron el escenario God para hacer las delicias de los nostálgicos. Tocaron bien, sin sobresaltos, hicieron su trabajo y el público se fue contento. A todo esto ayudó tener en su repertorio grandes clásicos como ‘Bad Reputation’ o ‘I love Rock ‘n’ Roll’ que toque quien los toque, mejor o peor, van a ser coreados y disfrutados. En los primeros compases tuvo un problema con el pie del micrófono que le obligó a agacharse para seguir cantando y tocando las guitarras, y ese movimiento sacó los vítores del público dejando una estampa marca de la casa. La frontwoman disfruto igual o más que todas las personas que fueron al concierto, se sorprendió con el festival y eso hizo que el show fuese mejor. Joan Jett es quizás más cabeza de cartel por trayectoria, aun así, buen rock and roll, respetable, bien ejecutado y otra espinita clavada que se quita el Azkena Rock Festival.

Tocar a la vez que el principal reclamo de la jornada puede ser bueno o malo. Para WolfWolf salió cara ya que este dúo de rock n’ roll son expertos en encender al público, no les importa que sean dos o dos cientos. Demostraron que tanto el festival como Trashville son su hábitat natural. Uno de los fetiches del festival son The Beasts of Bourbon, protagonistas del único disco editado por el sello ARF y en los cuales había depositadas grandes expectativas. La banda es el mejor ejemplo de lo que significa este festival, son arriesgados y no se sabe cómo va a ir el concierto. Influyó seguramente que fueran el grupo reclamo para vender el festival el año pasado y se esperaba una buena actuación. No fue así, sonaron desafinados, flojos, desacompasados, prácticamente todo el mundo se dio cuenta que no estaban unidos. La batería daba golpes fuera de compás, las guitarras parecían olvidar las notas… Más cerca del desastre que de la nostalgia. Quizás por falta de ensayo o culpa de los malos acontecimientos que ha vivido la banda en las últimas fechas. Por suerte el público los indultó y deberían tener una oportunidad de volver y que nos dejen con la boca abierta.

Con el Azkena Rock Festival ofreciendo sus últimos acordes con el homenaje a Tom Petty de Carlos Vudú y el Clan Jukebox, fueron Gluecifer los encargados de cerrar el telón de esta decimoséptima edición. Han pasado 13 años desde su último show y la actuación en Vitoria-Gasteiz fue el primero de su corta gira de regreso. Ataviado con una chaqueta blanca como si fuese el miembro perdido de The Hives, Biff Malibu y los suyos comenzaron el concierto con la atronadora ‘I Got a War’. Con esa carta de presentación las intenciones de los noruegos quedaron claras y se cumplieron, dieron un concierto potente durante más de una hora. No soltaron el pie del acelerador en ningún momento, ‘Reversed’, ‘Desolate City’… No se dejaron nada el tintero. No existe mejor forma posible de cerrar un Azkena Rock Festival que con una buena ración de rock escandinavo, habitual ya cada año en Vitoria-Gasteiz.

Pueden leer la crónica del día anterior aquí.